El movimiento es una actividad fundamental para el niño/a. Se desarrolla en las coordenadas espacio-tiempo y tiene como base el ritmo, vinculado al movimiento. El músico y pedagogo belga Edgar Willems (1890-1978), gran investigador sobre el desarrollo musical de los más pequeños, une los principios de la música a los de la vida. Todo lo que tiene vida tiene movimiento. Y el movimiento ayuda al niño/a a tomar contacto de su esquema corporal, del espacio y de los objetos que le rodean. Contribuye al desarrollo de la espontaneidad, la creatividad expresiva, la imaginación y el sentido lúdico. Favorece además el desarrollo de capacidades como relajación, concentración, flexibilidad, desinhibición, sensibilización y socialización.
Partiendo de los movimientos naturales corporales de los niños/as tales como caminar, correr, saltar, galopar, balancearse o girar, se puede trabajar el movimiento rítmico corporal, que ya implica una conciencia rítmica, y que supone una conexión entre el hecho sonoro y el movimiento corporal.
Es necesario pues, partir de los movimientos naturales corporales para educar esa conciencia rítmica, y las mejores propuestas para ello son sin duda los movimientos libres y espontáneos de los niños/as y las marchas rítmicas de las que Willems nos dejó hermosos ejemplos.
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